Tengo que salir más, tengo que hacer más viajes, tengo que probar más sabores de helados…
Viernes por la noche y aquí estoy, frente a “la caja tonta 2”, un ordenador con conexión a internet, después de crearme un fotolog y cotillear por el Tuenti, me dispongo a irme a dormir, con la sensación de haber tirado otro día más a la papelera.
¿Cuántas horas anuales perdemos erosionando la vista y agarrotando las neuronas frente a un monitor? Si no fuese por Internet (y la televisión) habría duplicado la cantidad de libros que he leído en mi vida y quizás escribiese y me expresase mejor.
Ojala se hundiese el Messenger, todas las “redes sociales” tipo tuenti y la gente se viese obligada a salir a la calle y quedar físicamente para hablar e intercambiar vivencias.
Incluso el teléfono móvil me parece una alternativa más “humana” a esta pantomima virtual, en la que tan fácil es ignorar, como quedar bien con alguien a quien etiquetamos como “amigo”, pero al que no pasaríamos de dedicar un seco “Hola” si nos le cruzásemos en la calle.
Algún día, cuando sea libre, buscaré un bosque, y me perderé toda una semana… para intentar encontrarme a mi mismo.