jueves, 12 de noviembre de 2009

Agujeros negros y neuronas a la deriva.

Stephen Hawking, uno de los mayores científicos vivos del mundo, ha estudiado en profundidad los agujeros negros. Pero hay una serie de agujeros negros en nuestro planeta a los que no ha prestado la debida atención. Me estoy refiriendo a… Los coches, esos taimados ladrones que se hacen pasar por nuestros amigos.

Comprar un coche es como tener un hijo sabiendo que nunca te va a dar satisfacciones. Le tienes que cuidar, alimentar, lavar, llevar al médico… Y nunca te dará una sola alegría, nunca te llegara a casa con un sobresaliente o te traerá un regalo el día del padre, al contrario cuando mas le necesites se pondrá enfermo o directamente te dejará tirado.

El coche, es en definitiva, el agujero negro de cualquier economía domestica


Aun así muchos insisten en mimarle y colmarle de regalos. Invierten ese dinero que nunca gastaron (ni gastaran) en libros*, en llenar de accesorios inútiles a su querido engendro.
Llegan a creer que su niño es el más guapo, el más rápido y lo convierten en eje central de sus vidas, proyectando en él todo lo que ellos son (horteras) y quieren ser (¿dinámicos?). Afortunadamente se les reconoce con facilidad, la discreción no es su mayor virtud.

Si ellos son felices así me alegro, vive y deja vivir. Al final cumplen una importante labor social.
Cuando una tranquila noche cualquiera, pasas por un aparcamiento y les ves ahí; Unos haciendo (el anormal) “trompos”, mientras el resto observa embelesado tan alquímicas proezas. Como música de fondo reggaeton a todo volumen, perforando tímpanos y drenando cerebros.
Los observas durante cinco minutos y no puedes si no alzar la vista al estrellado cielo para dar gracias a Dios por (a pesar de todos tus defectos) no ser como ellos.



*Me niego a creer que una persona así haya leído y entendido más de un libro en su vida.
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