martes, 27 de enero de 2009

Esa pequeña tristeza

Hay días buenos o malos, días divertidos o monótonos, días para recordar u olvidar. Pero indiferente a todos ellos se encuentra esa pequeña tristeza. Ese sentimiento, que nos asalta en cualquier lugar, momento o circunstancia y se adhiere a nuestro espíritu, lastrando nuestros ánimos, robando nuestra alegría… hundiéndonos en una extraña depresión.
No se suele prolongar durante mucho tiempo y lo más peculiar no viene a ser su repentina aparición, si no la imposibilidad de encontrar una causa o razón que la justifique, escapando a toda lógica.

Es como si la pena destinada a otra persona equivocase el rumbo para acabar tropezando con nosotros, derribando nuestra voluntad para ser felices.

domingo, 25 de enero de 2009

GH10 o el triunfo de la banalidad

Es fácil, demasiado fácil arremeter contra un programa como Gran Hermano y quedar como “un tío profundo”. Pero aun más fácil parece sentarse a verlo, dejando empacharse a las neuronas con información que nunca quisimos conocer..
Pues si hay un programa que define el nivel medio de la televisión actual (y en gran medida el nivel cultural español) ese es GH.

¿Experimento sociológico? No creo que ni el más fiel de sus muchos seguidores se atreva escudarse ya con ese término. Esto es un circo, no compuesto por artistas, si no por payasos con poca gracia y nulo ingenio. Sobre “la enana” no hago chistes, porque es la guinda del pastel, y que nadie me hable de igualdad o “integración social”, está ahí por lo que está. Intento vulgar, cutre y poco original de crear espectáculo barato que refuerza el, ya citado, espíritu circense del programa.

Claro, que luego están los verdaderos culpables del asunto, y no me refiero a los chiste de la Milá, (también tiene delito lo de la simpática de Mercedes, cuarenta años como periodista para acabar presentado esto) me refiero a los espectadores. Porque un bodrio como este no llega a 10 ediciones sin una audiencia fiel y entregada.
A estos tele-adictos se les puede (se pueda o no yo lo voy a hacer) englobar en tres grandes grupos:

1 - El indiferente. “Nada, estaba viendo GH un rato…”
Para él, o ella, el programa solo es una tontería más de las muchas que emiten a diario, ni mayor ni menor, lo ve por inercia. Eso sí, conoce a todos los inquilinos del programa y tiene sus favoritos.

2 - El resignado. “Ya se que es triste, pero voy a ver GH un rato”
Consciente de la estupidez del programa, aun así lo encuentra entretenido, pero no quiere admitirlo plenamente. También posee un amplio conocimiento sobre los sujetos del experimento y lo ve siempre que puede.

3 - El orgulloso. “¡Pues ver GH! ¿Tú no lo ves…? Luego te llamo que hoy esta muy interesante”
Sigue religiosamente cada edición, conoce todas las rivalidades y guerras internas entre los concursantes, la noche de nominaciones es sagrada para él. No le llames con ningún plan alternativo, tiene muy claras sus prioridades. Vive en el convencimiento de que GH es un programa original e inimitable, y la única razón por la que no le puede gustar alguien es que no lo vea.

Lo que no acabo de entender es porque tantos admiten que lo ven, pero nadie confiesa que llamó una vez, o dos, o tres, o catorce para votar por su bufón favorito.
¿Tirar nuestro tiempo en absurdos como este es valido… Pero gastar unos céntimos en ello nos coloca a otro nivel de estupidez?

sábado, 24 de enero de 2009

Confianza

No es la confianza, muchas veces, una cuestión unida a un largo conocimiento o a una profunda amistad. Muchas veces surge de forma muy espontánea, omitiendo nuestras habituales reservas, nos abrimos a personas en las que aun no sabemos cuanto podemos confiar, pero que de alguna extraña manera nos hacen sentir como dos, contando cosas que mucho esfuerzo nos supondría contar a toros ¿Por qué? ¿Tienen algo especial esas personas? ¿Todo el mundo se siente cómodo ante ellos? ¿O es una rara afinidad que nace de caracteres no gemelos, si no más bien complementarios?

No lo se… No creo que se trate de una empatia universal, más bien de personas que desarrollan sin saberlo una habilidad para la comunicación.
Personas difíciles de encontrar pero fáciles de reconocer. Almas que se acaban transformando en guía, maestro, apoyo moral… y, finalmente, amigos. Amigos, que saben dar importancia a cada letra de esa manoseada y mal entendida palabra.
Confiar en ellos no significa que ellos estén preparados para hacer lo mismo, pero cuida de tenerlos cerca, pues atesoran cada sentimiento, duda y temor que les transmites. Lo guardaran en su interior, incluso mucho tiempo después de que tú lo hayas olvidado, ellos seguirán cargando con tus palabras.

Vasmos a ser originales... todos a la vez.

¿Estas pensado en hacerte un tatuaje?
Se original, (no te dejes seducir por tribales laberínticos o dragones rampantes) sorprende a tus amigos con unas elegantes “letras chinas”. En serio, ahora que los tatuadores ya han cogido soltura (a fuerza de metódica repetición) en esto de los idiomas orientales es el momento, no lo dejes escapar.
Ah, ¿Qué ya te has tatuado tu nombre en mandarin? Entonces mejor que no sigas leyendo y vete a lucir tu inversión.

Es una lástima, pero a muchos no les haría falta más sugestión para unirse a este selecto club de poliglotas. Cualquiera es un cliente portencial, da igual la edad, sexo, condición social, gustos o signo del zodiaco. Si ya no se salvan ni los pobres coches, que bastante han sufrido, sufren y sufriran con las perennes margaritas.
Al final, tan originales que son, y se tatúan todos lo mismo: honor, familia, amor, valor, verdad o su nombre, porque hasta Eustaquio parece tener su traducción al japonés. Claro, quien dice japonés dice chino, elfico o esperanto… tanto da. Como si alguno de ellos tuviera un mínimo conocimiento en leguas asiáticas, lo mas largo que deben saber decir es “sayonara baby”.

jueves, 22 de enero de 2009

Felicidad

No pienses que la desazón, soledad e incomprensión que sientes te son exclusivos. Muchos otros se sienten como tu, aunque engañen a los de más con una sonrisa pegada al rostro. Tampoco voy a decir que hay mucha gente que esta peor que tu, que no tienen que comer, no tiene familia, hogar, etc… porque la sociedad, a base de enseñárnoslo día tras día en la televisión, nos han hecho insensibles a ello. Nuestro pensamiento funciona ahora a la inversa, se ha vuelto egoísta y en lugar de compararnos con los mas desfavorecidos lo hacemos con los que están, en apariencia, mejor que nosotros, mas felices o con mas facilidades.

Siempre insatisfechos, siempre deseando tener algo mas, creyendo que un nuevo pantalón, un ordenador mas nuevo, un coche mas rápido o una casa mas grande nos harán mas felices. No es ahí donde reside la felicidad, la felicidad muchas veces vive en el pasado. En incontables ocasiones somos felices sin saberlo, sin poder saborearlo y solo al echar la vista atrás nos damos cuenta de cuan buenos fueron aquellos momentos. Puede que ahora lo seas, aunque no lo sientas, pues solo cuando pasa el momento o pierdes algo (o a alguien) eres capaz de apreciarlo, tardio recuerdo que ya solo puedes disfrutar en la memoria.

El amor por el contrario es la felicidad inversa, la sientes día a día mientras la vives. Pero una vez terminado el romance, el sentimiento se torna amargo dolor, si insistes en recordarlo. Olvidar no esta en nuestra mano… ¿y si lo estuviera? ¿Lo haríamos…? No, claro que no. Porque por alguna extraña y entupida razón nos gusta sufrir.


"Fueron aquellos tiempos, verdaderos tiempos felices. Aunque ellos no lo supieran entonces. Solo al cabo de años y años, los recordarían como una época muy hermosa, aunque ya imposible"

Olvidado rey Gudu (Ana María Matute)

martes, 20 de enero de 2009

Es lo que hay


Lo primero advertirte que si lees este blog, además de arriesgarte a perder el tiempo (¿seguro que no tienes nada mejor que hacer?) tu salud mental puede salir muy perjudicada y tu cabeza llena de información inutil que nunca quisiste conocer, pero si asi todo insistes, adelante.
Deja los zapatos en la entrada y ponte comodo.
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