domingo, 1 de febrero de 2009

Injusta memoria

Es la memoria como una piscina en la que guardamos sumergidos nuestros recuerdos y vivencias.
Creamos y poseemos una piscina para cada persona, con distintas medidas y profundidad (segun nuestras necesidades), que va creciendo en función de los recuerdos que en ella arrojamos, recuerdos que lentamente se hunden para acabar reposando en el fondo.

Y un día arrojamos un mal recuerdo, y en lugar de hundirse, comienza a cubrirlo todo como oscuro aceite. Como si esa pequeña decepción se extendiera por toda la superficie de nuestra memoria, impidiéndonos ver los buenos momentos que reposan en el fondo.
Quizás sea que los malos recuerdos flotan mejor, y esa la razón que nos hace, en ocasiones, anteponer una mala experiencia con alguien a toda una convivencia de buenos momentos.

Al final cuanto más nos da alguien, mas le exigimos y menos le perdonamos.
Así de egoístas podemos llegar a ser.
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