miércoles, 18 de marzo de 2009

Genéticamente salidos

“Ante la duda la más tetuda”
Jajaja, diréis muchos, pero es una gran verdad. El busto femenino, ya sean peritas o perolas, es uno de los mayores y mas inmediatos reclamos que poseen las féminas para atraer y atrapar nuestra atención. Negar el efecto gravitacional que causan en nuestra mirada, es como negarle a la Luna las mareas.

Todo macho humano (heterosexual) al mantener una conversación con una hembra (humana), debe hacer un esfuerzo voluntario para que sus ojos se mantengan fijos, de manera constante, en la cara de su interlocutora y no se desvíen furtiva y ocasionalmente a su, más sugerente, zona pectoral.

Inevitable es, no nos juzguéis por ello. Si queréis conocer el motivo “científico” es bien sencillo; Inconscientemente asociamos unos pechos generosos a una mayor producción láctea y por tanto a una abundante alimentación para nuestra futura progenie. Las formas redondeadas son también indicador de salud y buena alimentación.

Hoy todos sabemos que no siempre se cumplen estos parámetros, y existen muchos otros factores a tener en cuenta en la elección final (como la turgencia de una buena nomina) Así todo, siglos de supervivencia y procreación compulsiva tiran (más que dos carretas) demasiado.
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